Pertenezco a la microgeneración “zillennial”: demasiado jóvenes para ser millennials, pero no lo suficiente para ser de la generación Z. Crecimos viendo a los Teletubbies, y ese gran sol con cara de bebé nos hacía pensar en el futuro, en los hijos que algún día tendríamos. Durante mi adolescencia, sin embargo, esa esperanza se volvió preocupación. La crisis climática y la finitud de los recursos me llevaron a despreciar el progreso tecnológico, viéndolo como una espada de Damocles que intenta resolver los mismos problemas que él mismo creó.
Curiosamente, la actriz que interpretó al sol bebé tiene ahora su propia hija, mientras que muchos de los “zillennials”, deciden no tener hijos. Durante mi crisis, me opuse por no querer contribuir a la sobrepoblación, hoy no estoy tan seguro de que sea la solución.
Esta etapa de cuestionamiento me llevó a reflexionar sobre el propósito de nuestra existencia y el impacto que tendría un de-crecimiento demográfico y económico. Fue entonces cuando, como una especie de guiño de la infancia, los Teletubbies volvieron a mi mente.
El Dilema del Progreso y la Supervivencia
A pesar de que faltan más de 5 mil millones de años para que el sol se extinga, el tiempo es relativo. Con cambio climático o sin él, eventualmente las condiciones de vida en la Tierra serán demasiado hostiles para la humanidad, incluso si frenamos totalmente las emisiones de gases de efecto invernadero hoy mismo. Entonces, ¿tiene sentido detener el progreso tecnológico en nombre de la armonía con la naturaleza si, al final, todo desaparecerá de todas formas?
Esta “espada de Damocles” del desarrollo tecnológico, la misma que parece amenazarnos, podría en realidad ser la única capaz de prevenir un final inevitable. Solo a través del progreso podríamos tener la oportunidad de desviar un meteorito apocalíptico o, incluso, colonizar otros sistemas solares.
Reconciliación con el Progreso y el Futuro
Aunque sigo siendo escéptico frente a la mentalidad startupera de “moverse rápido y romper cosas”, tal vez, paradójicamente, esta prisa por innovar sea el mejor camino para la humanidad. Sin embargo, este camino requiere una generación dispuesta a seguir adelante y desarrollar estos avances. Tener hijos no solo garantiza la continuidad de nuestra especie, sino también la capacidad de impulsar el progreso necesario para enfrentar los desafíos que el futuro tiene reservados.